miércoles, 16 de julio de 2014

ASÍ ES COMO FUNCIONA EL KARMA (IMAGEN DIDÁCTICA) - en el muro de Guerreros espirituales


ASÍ ES COMO FUNCIONA EL KARMA
(IMAGEN DIDÁCTICA)

en el muro de Guerreros espirituales


En la imagen vemos cómo la chica le pone la peineta a la amiga,
pero al mismo tiempo con su sombra se la está poniendo a sí misma.

Si le haces algo malo a otra persona, también te lo haces a ti mismo;
si haces algo bueno, tu karma será bueno y atraerá lo bueno; 
y viceversa.

Pero no es un simple premio o castigo, 
hay que lograr el equilibrio y aprendemos en el proceso.

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De acuerdo con varias religiones dhármicas, el karma sería una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores. Es una creencia central en las doctrinas del budismo, el hinduismo, el yainismo, el ayyavazhi y el espiritismo.

Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto. Se refiere al concepto de "acción" o "acto" entendido como aquello que causa el comienzo del ciclo de causa y efecto.

Según esta doctrina, las personas tienen la libertad para elegir entre hacer el bien y el mal, pero tienen que asumir las consecuencias derivadas.

El karma está en contraposición con las doctrinas abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islamismo).

(Wikipedia)

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La Ley del Karma es también conocida como la Ley del Equilibrio.

Durante el proceso de vivir, evolucionar, experimentar y aprender, nuestras acciones afectan a los demás, ya sea en forma dañina o benéfica, y por tanto se incurre en numerosas y a veces complejas deudas en nuestra propia Hoja de Balance evolutiva.

La Ley del Karma requiere que los efectos de nuestras acciones sobre los otros, incluyendo todas las formas de vida, los reinos animal, vegetal y mineral, deban estar siempre equilibrados. Cuando dañamos a los demás, incurrimos en una deuda con nosotros mismos al igual que con estos. Cuando otros nos dañan, ellos incurren en una deuda con ellos mismos al igual que con nosotros.

Deudas por el bien o el mal, hechas por nosotros o por otros, deben quedar equilibradas por ambas partes. De igual manera, cuando te haces daño, quizá por el uso indebido de tu cuerpo físico, creas un desequilibrio, una deuda contigo mismo que debe ser reparada por tu comprensión y rechazo a tales acciones. Todo, al final, debe estar en equilibrio.

Por medio de esta Ley de Equilibrio, o de Causa y Efecto, experimentamos y aprendemos de los resultados de nuestras acciones elegidas y de las de otros.

(...)

La Ley del Karma trabaja ‘automáticamente’. De forma magnética atraemos hacia nosotros las ‘malas’ experiencias cuando tenemos necesidad de aprender de ellas. De igual forma, cuando no necesitamos aprender una lección en particular, no seremos tocados por ningún peligro ni ningún mal. Resonamos magnéticamente hacia las experiencias buenas y malas, acercándolas a nosotros cuando tenemos necesitad de aprender de ellas.

“¡No veáis el karma solamente como una columna del Debe o Haber en el Libro Divino de Contabilidad en el que se ha registrado lo que debéis a otro por el mal que le habéis hecho! No funciona de esa manera. Se trata más bien de un proceso de enseñanza en el que aprendéis a través de lo que habéis hecho. Sois vosotros los que habéis creado esas ondas en la charca de la vida y ellas os afectarán a su vez.

El propósito del karma no es el de castigo. Más bien es un proceso de equilibrio y educación.”

(página El Nuevo Despertar)(Enlace)

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